El 1º de Mayo se conmemora como “Día
Internacional de los Trabajadores”. El
Nacionalismo Popular que representamos depura, mejora y realza esa denominación
exaltando el Día Nacional del
Trabajo, porque la nacionalidad, el ser los nacidos en esta tierra orientales y
no masas indiferenciadas en el magma del universo, constituye un atributo inherente
a nuestra personalidad.
Saludamos en los trabajadores a las víctimas
directas de los grandes flagelos que azotan a la humanidad y a nuestra
Patria. Víctimas, primero, de la acción
concertada de la usura que desnaturaliza
el trabajo privándolo de la estabilidad, la justa remuneración, las condiciones
de salubridad, seguridad y moralidad, el derecho al descanso y la eliminación
inmediata del desempleo --¡cosa tan sencilla en un país en que está todo por
hacerse!-- factores todos sin los
cuales el trabajo queda reducido a un término vacío para los discursos vacuos
de los demagogos, duchos, eso sí, en maquillar estadísticas para encubrir los
índices reales de desocupación.
Víctimas también, los trabajadores, del
eterno socio de la usura y la finanza apátrida, es decir el socialismo en todas
sus formas y grados, que es la garantía creada justamente por ese poder
plutocrático para que las justas reivindicaciones y rebeldías obreras se
canalicen por la vía muerta de las falaces “soluciones” de un
pseudo-sindicalismo que los traiciona en reiteración real, y quiere hacer de
cada trabajador no un hombre libre, sino un “proletario “ que depende para el
mendrugo diario de su fidelidad al poder político formado por los agentes de
esos mismos usureros que gobiernan sin derecho a las naciones. A quien quiera comprobarlo, le basta mirar a
su alrededor.
Saludamos a las familias de la legión de
trabajadores compatriotas muertos en llamados “accidentes” de trabajo, verdaderos homicidios
causados por la omisión contumacial de cumplir normas de seguridad elementales;
a las víctimas innúmeras de rapiñas –pequeños comerciantes, policías, guardias
de seguridad, gente común inerme-- que el régimen se niega a combatir
reprimiendo el narcotráfico, porque en su óptica enfermiza y cínica, combatir
la droga “causa desempleo” (fuente:
La Democracia Digital, http://www.lademocracia.info/N112/N_droga112.html). Y también a los trabajadores de ayer –jubilados
y pensionistas—sádicamente obligados por el régimen a una absoluta privación,
tan distante de la regla de Lorenzo Carnelli, de que las jubilaciones son un
derecho y no una dádiva. Sin olvidar,
por fin, a las legiones de estudiantes a quienes el régimen desnacionalizador
quiere en las aulas únicamente para lavarles el cerebro con la seudo historia
que justifica los crímenes de esos mismos gobernantes, pero a los que “garantiza”
un futuro de frustración, desempleo, imposibilidad material de formar una familia,
que es la célula y sostén de la sociedad.
Nuestro Nacionalismo Popular –es decir el
Partido Nacional en sus valores esenciales y permanentes—reivindica una
concepción del Trabajo natural y constructiva, que hoy resulta revolucionaria
porque todo lo normal, saludable y constructivo está siendo pisoteado por esos
hermanos gemelos: la explotación liberal y la seudo reacción marxista. Rechazamos una concepción del trabajo basada
en la lucha de clases –fórmula perfecta de la destrucción nacional—y llamamos
correctamente Trabajador a todo aquel que en su esfera de acción brega y se esfuerza por
la grandeza de su país, y reclama con justicia la participación real en la vida política, el pleno empleo y
el salario familiar justo.
Nuestro Nacionalismo Popular proclama al
Uruguay que queremos como una República
de Trabajadores, que reúna en un haz apretado a los trabajadores manuales e
intelectuales, de la ciudad y el campo, sin descartar caprichosamente de ese
concepto al militar o policía que defiende la seguridad interna y exterior, al
juez dotado de saber y de libertad moral para resistir las dádivas o la
prepotencia del poder, al artista, al sacerdote que vela por las necesidades
espirituales de sus semejantes, e incluso
a aquellos políticos –infortunadamente escasos hoy—que tengan de su misión un
concepto más elevado que el de mantenerse en sus bancas vendiendo al país y al
pueblo al mísero precio de sus aberrantes “necesidades”, y que en su
incapacidad y desinterés por crear empleo, vivienda, salud, seguridad,
educación verdadera, osan atentar contra la vida inerme de nuestros
compatriotas en gestación, porque con ello lucran con el precio de la sangre
que pagan las multinacionales de la industria del aborto.
En nuestro contacto diario con el pueblo al
que pertenecemos percibimos un creciente despertar de la población trabajadora a
estas realidades. En nosotros está forjar el instrumento político que dote al
país de representantes genuinos –porque no hay legitimidad auténtica si las
mayorías numéricas se basan en penumbrosos “auxilios financieros” de la usura
que no se representa más que a sí misma.
Queremos que a la democracia política se aúne, como quería el gran
Vázquez de Mella, una democracia social (no confundir con socialdemocracia) en
que las unidades naturales de convivencia –la familia, la región, el sindicato
nacional—gocen de poder político.
Como nacionalistas, saludamos a nuestros
hermanos trabajadores y como hermanos los llamamos a esta patriada.
Coronel (r) Luis María Agosto
Secretario Nacional y Orientador Ideológico
Unidad Nacionalista - Partido Nacional