lunes, 29 de abril de 2013

El candidato que yo votaría…si existiera”


La siguiente es una carta publicada días atrás por un compatriota. Queremos enterarlo que ese candidato por el que clama, existe y lucha contra viento y marea.  Es el Coronel Luis María Agosto, que tiene respuestas a cada una de las quejas que contiene su misiva, y --más importante aún que un programa-- acredita y respalda la fidelidad popular que merece con una limpia trayectoria en que Nunca Engañó al Pueblo.

Bloque Cívico UNIDAD NACIONALISTA Y POPULAR - LISTA 29

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Texto de la carta:
Integro la amplísima mayoría de ciudadanos que no se sienten representados por ninguno de los candidatos existentes.  Formo parte de la legión de los que votan para no que no les expropien el sueldo o la jubilación por el “delito” de no concurrir a las urnas; o de los que quieren autoengañarse imaginando que por arte de magia surgirá algo “menos malo”, o, quizá, de los que participan en la jornada electoral por falta un entretenimiento más barato o porque el barullo “cívico” los priva de un sueño reparador y, ya desvelados, salen a votar por alguien –por cualquiera.

Abusiva situación para cada uno de nosotros, los Desengañados por el Sistema,  así despojados del derecho de participar en la vida cívica según lo ordene nuestra conciencia, con posibilidad de elegir entre opciones reales y certeza de contribuir al bien común de la Nación y el pueblo, en lugar de cumplir el triste papel de legitimar la presencia en cargos oficiales de oscuros e ignaros personajes cuyo único afán es aferrarse con uñas y dientes a sus butacas, aunque para ello tengan que servir intereses poco presentables ante el tribunal de su conciencia.

Me resulta imposible acompañar a los grupos existentes, pues aunque me desvele estudiando programas, descifrando plataformas y soportando discursos, no encuentro respuesta aceptable a estas sencillas preguntas:

ü  ¿Qué candidato lucha por impedir que se pague por adelantado la deuda
externa, y así evitar que el gobierno marxista prosiga impunemente, sin irritar a su Gran Hermano del Norte, su macabra faena de estatización y destrucción de la clase media, y de enajenación de los recursos económicos de los orientales?
ü  ¿Qué candidato rechaza la instalación de bases militares y guerrillas
extranjeras en América, considerando que cada una de esas dos cosas sirve de pretexto a la otra  y ambas ultrajan la soberanía nacional?
ü  ¿Qué candidato no basa su plataforma exclusivamente en un materialismo
zoológico, en que lo único que se propone son medidas económicas (además, antipopulares)?
ü  ¿Qué candidato tiene el coraje de los tiempos bravíos de la Independencia y
se atreve a exigir un plebiscito a favor o en contra de la pena de muerte por delitos atroces como el narcotráfico, la violación o la traición a la patria?  ¿Eso de la soberanía popular es realidad o engañifa?  ¿No se teme por el futuro de una democracia que tanto exaltan a la hora de los discursos vacíos?  Porque si es que el pueblo es soberano, como dicen, no puede sustraerse a su competencia ningún tema sin que el sistema mismo se desnaturalice y resquebraje.
ü  O bien, ¿qué candidato, por considerar inadmisible que el Estado suprima la vida humana --aun la de los grandes criminales y otros detritus sociales-- al mismo tiempo, con exigible coherencia Y CON TANTO MAYOR RAZÓN que en el caso de los forajidos, rechaza el asesinato “legal”, vía aborto criminal, de los más indefensos de nuestros compatriotas: las niñas y niños en el vientre materno, o la eliminación de los enfermos “incurables”, prácticas que algunos de esos mismos candidatos impunizaron para ablandar éticamente y así dominar POLÍTICAMENTE al pueblo uruguayo?  Véase el caso de Rafael Michelini:  el mismo individuo que clama con vehemencia ante el asesinato de su padre, contribuyó a la impunidad de los abortistas que asesinan, torturan y desaparecen niños inocentes, que para él no cometen crímenes de lesa humanidad imprescriptibles, extraditables y escrachables, ni son terroristas de Estado, por más que fue el Estado, instigado por Michelini y sus émulos de la Coalición Abortista, el que desistió de su “pretensión punitiva” de tan salvajes prácticas.
ü  ¿Qué candidato propone una reforma constitucional que declare al Uruguay como República de Trabajadores –en sentido no clasista de la palabra- y condene con privación de la libertad y de la ciudadanía a usureros y demás parásitos sociales y a quienes desvirtúan la honrosa función del sindicato haciendo de él un apéndice de organizaciones políticas ajenas y contrarias al ser nacional?  Nosotros los Ciudadanos Excluidos no dudaríamos en votar por ese candidato y militar en sus filas.
ü  ¿Qué candidato me pide el voto para duplicar o triplicar los sueldos de la
Salud, la Policía y las Fuerzas Armadas, y las jubilaciones y pensiones, por duros que sean los sacrificios que ello imponga a la casta política reinante, incluida la reducción del Parlamento por baja productividad; la devolución del avión presidencial aunque privemos al Primer Mandatario de ese símbolo de status; la revocación de los aumentos de sueldos de hasta 115% agraciados a los jerarcas progresistas, y otras medidas que el pueblo, que no es muy refinado, no comprende que son “vitales e imprescindibles” para su felicidad y para un “país productivo” que disfrutaremos en un brumoso futuro? 

Yo, por ejemplo, no intuyo que mi existencia vaya a mejorar porque con millones incautados al pueblo se construya el “Parque Temático Líber Seregni” en honor del fundador del Frente Amplio.  Me es difícil justificar semejante galardón a una figura ideológicamente brumosa, batllista convencido trasmutado en castrista convencido con vocación verde oliva, con un intervalo de militarizador de empleados bancarios, a quienes el finado General invitaba a mejorar su silueta circulando a paso ligero por la rambla soportando los rigores del clima, y estratega ocupador de “tambos subversivos”, cuyos propietarios, ante las imprevisiones del mando que dejaron a la tropa ocupante sin el rancho, no dudaron, como orientales bien nacidos que eran, en alimentar gratis a los soldados a quienes el “General del Pueblo” les había ordenado reprimir las legítimas medidas gremiales de los tamberos.  Tampoco se gana mi voto el Frente Amplio con originales proyectos como el de entregar medallas de honor a los turistas de cruceros sodomíticos que nos traerán divisas y nos traerán otras cosas.

ü  ¿Qué candidato me pide el voto para “raspar hasta el hueso” en la ciénaga de la corrupción – la frase es de un hombre honesto, el Presidente Gestido, cuya muerte se apresuró cuando comprobó la magnitud del problema? 

ü   ¿Qué candidato se moviliza para someter a juicio político a un Presidente que exalta públicamente el materialismo histórico, como si ese no fuera el sistema que ha costado más sangre, sudor y lágrimas en toda la historia humana? Sistema, además, engendrado, financiado y dirigido por el supercapitalismo internacional para eliminar todos los derechos de los trabajadores.  Tampoco conozco ninguna coalición, candidato, bancada, agrupación o comité de base que exija la destitución de Ministros que en conferencias de prensa se jactan de su única “obra”:  más emisiones de bonos que perpetúen la servidumbre de la deuda entre las generaciones a las que no se les pregunta qué opinan de ser siervos de los Rockefeller, simplemente porque no han nacido?

ü  ¿Qué candidato incluye en sus sagaces y luminosos manifiestos la prohibición constitucional de que ocupen cargos ministeriales, parlamentarios, educativos o de manejo de la salud de la gente individuos con antecedentes por homicidio, rapiña, secuestro y conspiración para someter al Uruguay a poderes extranjeros, por más que los tales se hayan convertido, por laico milagro, en demócratas químicamente puros?

Pero, sin desalentame, sigo mi honrado papel de Diógenes, para en busca de ese candidato que con su IDEOLOGÍA DEL SENTIDO COMÚN supla los vacíos y cauterice las lacras de un sistema que ha desalojado inconstitucionalmente del Poder a sus legítimos dueños:  los ciudadanos orientales.  Y ¡atención! que lograrlo no sólo nos conviene, sino que es nuestro deber ante la Historia.

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miércoles, 3 de abril de 2013

"SÓLO LOS SUCIOS BOLCHES Y LOS INMUNDOS TROZKISTAS..."

 
José Ignacio Rucci, sindicalista auténtico del hermano pueblo argentino, fue uno de los elegidos para eliminarlo por el terrorismo foráneo por profesar y practicar la doctrina nacionalista cristiana, por no venderse a la plutocracia, por no ser esbirro del poder.  Nuestro Blog Cívico Nacional y Popular lo homenajea por ser un Arquetipo como los que nuestro Uruguay necesita imperiosamente para sustituir definitivamente a la burocracia seudo-sindical prostituida.
 
Amenazado de muerte, Rucci lanzó este mensaje que invitamos fervientemente a nuestros lectores a escuchar, y a abrirle paso en su alma:
 
Para que los trabajadores orientales recuerden a diario las palabras de este hermano argentino: "Sólo los sucios bolches y los inmundos trozkistas..." son capaces de estas supremas felonías contra el pueblo al que explotan, en maridaje con la usura internacional que engendró y financia sus turbios manejos.
 

domingo, 17 de marzo de 2013

El liberalismo, o la cárcel para los impacientes




Ideologías coloniales



Como enseñaba un ilustre español, “cuando en el año 1762 Jacobo Rousseau publicaba su Contrato Social, dejó de ser la verdad una realidad permanente de razón para convertirse en un capricho momentáneo de las papeletas de votación, decidiéndose en un abrir y cerrar de ojos cuestiones tales como si Dios existe o es una ficción, o si la Patria debe suicidarse porque el número así lo determina”.

Unos años antes, Voltaire el Sucio había expuesto, con menos tapujos que Rousseau, las bases reales de esta visión “filosófica” del mundo:  la relatividad de la moral.  “Moral”, para Voltaire, “es sólo lo que nos produce placer” (aunque ese ‘placer’ consista en cosas horribles como suicidarse, estudiar a Marx y Engels, o mirar televisión).

Ahora bien, esta ideología de pasarla-yo-bien-aunque-el-mundo-reviente tiene sus inconvenientes.  Porque si lo que a uno le causa placer es –por ejemplo- rapiñar a los transeúntes, y a los transeúntes les complace conservar sus bienes sin que se los quiten, y si ambas conductas –la del rapiñero y la del rapiñado —son igualmente legítimas para el sistema liberal (porque ambas complacen), el liberalismo es el sistema infalible de guerra de todos contra todos, y es, literalmente, inhumano, pues el homo sapiens es, por naturaleza, un animal social.

            Los liberales tuvieron que buscar una “solución”.

            La dio Hobbes.  ¿Cómo lograr –se pregunta Hobbes-- que la sociedad funcione en esta babel de individualismos?  Pues sometiendo a todos a la tiranía del Estado (el monstruo Leviathán, lo llama él con acierto). “Ley” es todo lo que manda el Gobierno, y el pueblo, a callar.  La ley no reposa sobre ninguna base moral, o, mejor dicho, “moral” es lo que dispone el mandamás. El pueblo, asustado por los efectos del libertinaje liberal, se resigna a servir al Estado-Monstruo, que le da seguridad.  Es el famoso “amansarse para vivir”.

            Esta solución brutal que describe Hobbes -- Individualismo à Guerra Social à Estado totalitario-- es totalmente lógica y revela en que acaban las melosas palabras libertarias del liberalismo. Pero a los creadores del sistema no les gustó tanta franqueza, temiendo una reacción de las personas cuerdas –las que admiten la necesidad de una autoridad justa y leyes que se basen en la Razón y no en el despotismo del gobernante.  Para evitar, pues, el enojo de la gente decente, entró en escena ese enfermo de cuerpo y alma llamado Rousseau[1] que intentó disfrazar con patrañas la sincera regla de Hobbes.

Vendiendo el Obelisco
            La “solución” de Rousseau es que los individuos entreguen libremente TODA su libertad, IRREVOCABLEMENTE, a un ente ficticio llamado Voluntad General, que los representa a todos.  Esa Voluntad General es el mismo Leviathán descripto por Hobbes, pero como ese ser imaginario supuestamente actúa “en nombre de todos” --admiremos la artimaña—su tiranía no es tiránica, porque emana de la voluntad de las propias víctimas, ¡y hasta los ayuda a ser libres y aprovechar sin estorbos los cenagosos placeres prometidos por Voltaire!

            [Pensándolo bien, tener que soportar al Leviathán sin maquillaje de Hobbes es menos cruel que tragar la píldora de Rousseau de que nosotros mismos, por nuestra “libre” voluntad, nos sometimos a una tiranía que nos “representa”, ganándonos así el derecho a ser esclavos orgullosos de nuestras cadenas, que serían la expresión tangible de nuestra libertad.  El hombre de Hobbes es esclavo.  El de Rousseau es esclavo y estúpido.]

            ¿Pero Rousseau es liberal o comunista?  Es liberal y comunista. El bello proyecto de realización del individuo-dios termina, por la vía de la Voluntad General, en el totalitarismo más despiadado.  Léase el notable estudio de Jacques Ploncard d’Assac, disponible en Internet.

            Esta enfermiza contradicción –según la cual para seguir siendo libre hay que perder la libertad -- no es la única incongruencia liberal.  En 1789, una asamblea emanada de la sangrienta Revolución de los Usureros (también conocida como Revolución Francesa) proclamaba los “Derechos del Hombre y del Ciudadano”, que se ha convertido en la religión de una humanidad atea.  Su artículo 2 “garantiza” derechos tales como libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión. Todos esos derechos se habían respetado en Francia sin alharaca y sin guillotina durante siglos, hasta que el infradotado Luis XVI, manipulado por las sociedades secretas, entregó el poder financiero del Estado a los agentes de Rotschild, que se dedicaron asiduamente a oprimir al pueblo para rebelarlo contra el trono, el altar y las corporaciones, que estorbaban a la banca en su designio de exprimir a los “individuos libres”.[2] [3]  Abatidas por la Revolución las verdaderas defensas de la libertad –la moral tradicional, los fueros locales, los gremios—las “garantías” previstas en las Declaraciones pasaron a valer menos que el papel en que estaban escritas.[4]

            Además, el aguafiestas Pancho Berra, a quien tampoco entusiasman las Declaraciones de Derechos, nos recuerda que quien reclama libertad proclama su condición de esclavo, porque la libertad es bien esencial a la condición humana.  Nadie le puede quitar la libertad interior al hombre aunque esté en Vorkuta, en el Concar, o en el liceo sufriendo el lavado de cerebro de los programas oficiales.

¿Qué impresión dejaron esas “Declaraciones” en el pueblo francés?  Algunos intelectuales cerebralmente muertos se dejaron embaucar por su excelencia.  Más sensato, el campesinado, expresión genuina de la Francia Eterna de San Luis y Carlomagno, se alzó contra la Mentira y el Crimen Institucionalizados, en el heroico movimiento de la Vendée, que los revolucionarios liberales tardaron una década en sofocar con tropas extranjeras.

Poco tardó, pues, el pueblo de Francia, supuesto beneficiario de la “Declaración”, en comprobar que la cosa no iba con él; que otras “verdades” de los padres del liberalismo se iban perfilando en la práctica, y que el pueblo “soberano” no tenía que meterse en política, porque eso de gobernar era tarea de la Criptocracia parasitaria, y no del pobrerío. Otros liberales (de la subespecie marxista), los tupamaros, calificaban al pueblo oriental como “el cascarriaje”, en perfecta sintonía con los adalides de la revolución plutocrática de 1789).

Y a través de la guillotina y la “leva en masa” –abusos que no había cometido ninguna monarquía pagana ni cristiana —la revolución liberal arrancó de cuajo el “derecho de resistencia a la opresión”.  En 1793 Robespierre se encargaría de recordárselo al pueblo con el argumento más convincente: el de que resistir a la Voluntad General que lo hacía “libre” era un delito que se pagaba con la vida.

Pero ¿no habíamos quedado en que la moral es la autorrealización individual irrestricta?

El régimen terrorista de Robespierre no lo entendía así, y como fiel seguidor de los principios rousseaunianos, en sólo cuatro meses hizo pagar con la guillotina a más de 12.000 individuos el haber confiado en la libertad liberal.

Esa incoherencia institucionalizada se propagó por el mundo como una especie de “derrame” tóxico, y como repugna al sentido común con que todo ser humano llega al mundo, sus agentes tuvieron que convertirla en un dogma -- la religión de la “Diosa Razón” (una especie de Leimanyá). 

El mundo está, pues, gobernado por “la Razón”. Pero, ¿cuál de todas las razones liberales? ¿La de Voltaire, la de Robespierre, la de Sanguinetti-Lacalle-Mujica, la de Mao?  El principio de autorrealización que el liberalismo pregonaba iba a chocar con la cambiante legalidad formal de cada momento, que la “voluntad general” podía cambiar a su antojo.  ¡Ay de los que discrepen con la “verdad” oficial del momento, porque los liberales, verbalmente tan tolerantes, tienen la mano pesada!  “¡No hay libertad para los enemigos de la libertad!”  es su lema.  O como enseñaba el liberal Domingo Faustino Sarmiento: “No ahorre sangre de gauchos: es lo único que tienen de seres humanos. ¡ese es un abono útil al país!”.  La hecatombe del pueblo paraguayo, precedida por el crimen de Paysandú; la guerra bacteriológica de los ingleses contra los pieles rojas[5], las carnicerías de Kemal Atatürk[6], el asesinato del Presidente ecuatoriano García Moreno y del Presidente oriental Idiarte Borda, las Guerras del Opio para obligar a China a importar  drogas en honor a la Libertad de Comercio, el exterminio de los iraquíes para “liberar” sus cadáveres, son apenas un puñado de ejemplos de la “verdad verdadera” de este sistema homicida.

Más de dos siglos han pasado de esta revolución contra natura, y sigue el mundo occidental sometido a la misma receta de bellas palabras e inocentes que mueren a millones.

El joven Siglo XXI, teñido de “tolerancia e igualdad”, no ha traído a los pueblos ningún alivio.  Por el contrario, el liberalismo se siente fuerte y ya no oculta su repulsivo rostro. Hoy sus ideólogos proclaman abiertamente la conveniencia de rebajar sueldos y jubilaciones, o hacer pagar a los indigentes en los hospitales públicos, y sus pensadores más “avanzados” aconsejan suprimir físicamente el “exceso” de población.  Es la hora de Hobbes con un Leviathán (Gobierno Mundial) que no oculta sus garras.

            No todos entienden lo que está sucediendo.  Por ejemplo los delincuentes.

En nuestro país es constante el aumento del número de procesados por delitos como narcotráfico, crímenes sexuales, homicidios y otros actos repudiables para la gente respetuosa de los principios morales que hacen a la naturaleza del ser humano, pero para el liberal fiel a sus ideas, el crimen es simplemente un “estilo de vida” más, una manera de buscar la felicidad tan aceptable como la del individuo que opta por el trabajo honesto.

Pero las hordas de narcos, criminales sexuales, delincuentes de guante blanco y demás ralea que se hacinan en los penales del Estado Liberal se preguntan angustiados: “¿No me habían inculcado que delinquir es una forma de autorrealización personal y que ningún principio moral es sagrado? ¿Por qué me han encerrado en este inmundo calabozo?”

Y tienen toda la razón.  Algunos incautos delincuentes seguramente regularon su conducta por  las declaraciones de juntavotos empingorotados en cargos presidenciales (J. Batlle y Mujica) y/o aspirantes a sucederlos en los goces del poder (Lacalle junior), de que legalizar las drogas y obligar al pueblo trabajador a subsidiar el vicio de los drogadictos es lo mejor para nuestra juventud.  Seguramente esos infelices criminales hicieron fe en la seriedad de las máximas autoridades oficiales del Uruguay; ungidas por la sacrosanta ley liberal del número, y delinquieron un poco antes de que esa legislación liberal marihuanófila fuera promulgada.  Son víctimas del almanaque.

Otros antisociales escucharon atentamente a los parlamentarios liberales hacer la apología del asesinato de niños (aborto), o al liberal Guillot, entonces Presidente de la Suprema Corte de Justicia, que también dictaminó, como jurisperito que era, que la legalización de las drogas es la solución a la drogadicción, omitiendo en su brumosa ideología algo que sabe cualquier iletrado: que la droga es la muerte del infeliz que se envicia y la muerte de civiles y policías víctimas de los crímenes cometidos por drogadictos y narcotraficantes.

El delito de ser impaciente

Nadie le explicó honestamente a esa población carcelaria, que la “verdad liberal” es una “verdad” inestable, y pasa a ser mentira y a ser punible cuando una nueva ley --una “nueva verdad”-- la sustituye.

Esos convictos gimen en celdas  infectas por Delito de Impaciencia. No tuvieron el tino de esperar unos meses o días hasta que prosperaran las iniciativas permisivas de los despenalizadores y sus monstruosos crímenes se convirtieran en actos “penalmente indiferentes”. 

La escoria social debería, pues, consultar asiduamente el Registro de Leyes para saber si “hoy” su afición a quedarse con lo ajeno o abusar del prójimo es lícita o ilícita, y esperar, por ejemplo para cometer actos de pedofilia, a que la norma liberal considere esa conducta como lícita y por lo tanto respetable, ética, democrática, y a sus autores dignos de protección legal contra los incivilizados individuos que temiendo por la seguridad de sus hijos puedan insultar a sus vecinos degenerados, ofendiendo así el “Orgullo Pedófilo”.  Porque si esa conducta es “despenalizada”, violar niños se convierte en un “estilo de vida” tan respetable como la conducta sexual normal y moral, y el padre de familia que exterioriza su indignación ante esos actos bestiales comete los crímenes de “pedofilofobia” u “odio al pedófilo” y “discriminación” contra quien realiza actos no sólo lícitos, sino ¡hasta honrosos![7]

Ante estas curiosas situaciones, los “intolerantes” --¡que la Diosa Razón los perdone!--  empiezan a sospechar que el liberalismo es una contradicción deliberada, inventada para engañar y someter a los pueblos.

Así como Robespierre hablaba de libertades cívicas y luego “decapitaba” (ideológica y físicamente) a quienes querían gozar de esas mismas libertades, así también el pueblo uruguayo tuvo que contemplar a un Guillot (no Guillotín) ponderando públicamente los beneficios de la legalización de las drogas, para que luego el mismo sistema liberal desde el Poder Ejecutivo reprimiera a los infelices que obrando según el criterio criminológico del Presidente de la Suprema Corte de Justicia terminaron convertidos en narcodependientes y/o narcotraficantes y carne de presidio simplemente por perpetrar los mismísimos actos que Guillot proclamó tolerables y cuya legalización sería un notable progreso para la República.

Las clases criminales tienen derecho de ser informadas de que el artículo 2 de los “Derechos del Hombre y del Ciudadano” fue para los liberales un frívolo capricho momentáneo.

Pero otros analistas rechazan la teoría del capricho, y observan que el liberalismo proclamó todos esos pomposos derechos mientras estaba en inferioridad de fuerzas ante una sociedad espiritualmente sana.  Y que habiendo logrado subvertir el poder político y corromper la sociedad se quitó la máscara, mandó al archivo las declaraciones de derechos y esgrimió el Gran Garrote, en medio del asombro de los liberales incautos, que son sólida mayoría entre los fieles de la iglesia liberal. 

En nuestros días abundan las pruebas de esta teoría.  Para masacrar pueblos ya ni hace falta invocar a la ONU: basta la fuerza bruta. 

            Culmina así el sórdido ciclo histórico del liberalismo.  Implorante de derechos hasta que los obtiene, luego priva de derechos a los no liberales. 

O como cantaba el italiano: “¡Libertà, libertà! / En quanto che commandate voi”.


[1] Este apóstol de la libertad, aunque hombre pudiente, metió a todos sus hijos en un asilo de huérfanos.
[2] Ver “Secret Societies and Subversive Movements”, el clásico de Nesta Webster.
[3] ¿Le suena, lector?  Estudie la actuación de los “economistas-bisagra” que manejan los resortes del poder gubernamental en el Uruguay y su política de “crecimiento macro” a costa del “pueblo micro”, impulsando así a la gente a votar, como reacción, al marxismo.
[4] En el Uruguay, por ejemplo, cada reforma constitucional nos trae más y más “derechos y garantías” palabreros y el pueblo cada vez vive peor.
[5] Según Discovery Channel, los ingleses les regalaban frazadas contaminadas de viruela, siendo éste el primer ejemplo de guerra bacteriológica en la historia.
[6] Impuso a sangre y el fuego un régimen ateo al pueblo turco, 99% religioso.
[7] No es ficción. El Partido del Aborto (alias Frente Amplio) “despenalizó” el infanticidio bajo el nombre de “Ley de SALUD (¡!) Reproductiva”.  En el manicomio institucionalizado, los infanticidas merecen una condecoración como Hipócrates, Carrel, Fleming o Morquio, pues matan niños para fomentar la salud pública (de los sobrevivientes).
 

viernes, 22 de febrero de 2013

La incuria criminal de los poderosos

La Historia es la maestra del hombre, y la tragedia que vivió España asaltada por el comunismo  en 1936 es pródiga en semejanzas con lo que sucede en el Uruguay de hoy, en que la Subversión encaramada en el Poder hace la guerra a la soberanía política y económica del país, a la justicia social y a la moral pública  -exactamente como en la España de entonces.  Me limitaré a destacar tan sólo una de esas semejanzas: la cuasidelictiva apatía de quienes teniendo la mayor obligación de reaccionar, por ser los que disponen de medios materiales para financiar, si quieren, periódicos y programas radiales o televisivos que ilustren al pueblo en lugar de idiotizarlo, optan por el silencio cómplice y/o financian a los enemigos del país con los dineros que “economizan” pagando sueldos de miseria a sus trabajadores.
 Con un simple cambio de referencias geográficas,  las siguientes citas de un mártir nacional-sindicalista de la cruzada española, Onésimo Redondo, son 100% pertinentes para nuestro escenario. Leamos con detenimiento:
“Hay más de cien millonarios en Valladolid. Entre todos no son capaces de crear -no digamos ‘sostener’, porque no haría falta-- un diario que informe al público con honradez y le oriente con patriotismo.
“¿Qué puede esperar la nación de esa burguesía?
“Para salvarse, es necesario destruirla.”
“Luchar hoy para salvar a España, es luchar por su independencia.
“Los ricos deben ir delante en esta guerra patriótica. El sistema del porvenir será fatalmente obrerista y de justicia social.
“O comunismo antinacional y sanguinario o sindicalismo nacional y cristiano.
“Elija a tiempo la burguesía de qué lado le conviene caer”.
“Capitalistas: El dinero que os sobra y otros necesitan para pan, o para nutrir sus entendimientos, en verdad no es vuestro. El que os lo pida, lo demanda en justicia. Entregadlo, antes de que os lo quiten.” 
Hemos asistido demasiado tiempo, en Uruguay, a la destrucción organizada de las esencias de la patria, y ¿cuál ha sido la “reacción” de esos estratos sociales adinerados que fustiga Onésimo Redondo?  Por supuesto culpar al pobre pueblo por haber “perdido valores”, como si no fueran ellos, los poderosos, los primeros “desvalorizados”. Y es que el pez --el país-- se pudre por la cabeza.   O chillar contra las formas más radicales de marxismo, como si el radicalismo no fuera el común denominador de todas las vertientes y facciones de ese sistema ideológico, que sólo se diferencian unos de otros por la velocidad con que aplican su programa antihumano.  O gemir contra los sindicatos como institución  --¡ah, cómo odian eso que llaman “corporativismo”, como si las corporaciones, orientadas hacia el bien común por un Estado nacional, no fueran un sistema infinitamente mejor que el partidismo agudo!--  en lugar de denunciar, como es debido, a la cúpula sindical comunista.  Y jamás  --jamás-- buscan esos plutócratas suprimir con la Justicia Social el pretexto o la incompleta justificación de los tontos embaucados por una propaganda marxista que ninguno de los medios de prensa al servicio de esas patronales, cámaras, bolsas, consorcios, uniones empresariales, cofradías de exportadores/importadores y demás sacras “instituciones pilares de la democracia” refuta ni combate.
Ni esa casta plutocrática ni sus funcionarios rentados los políticos profesionales, aspiran a otra cosa que a un triunfo electoral que “contenga” un tiempito más a los sectores más vociferantes del progresismo y --¡sobre todo!-- que resguarde sus injustos privilegios. Contención que comicio tras comicio se va haciendo más difícil para los partidos otrora tradicionales, y que como es matemáticamente previsible será cada vez más ilusoria. Incluso porque en los antros de poder extraparlamentario, en el sigilo y el secreto, está ya pactado que la izquierda triunfe sin resistencia.
Y eso que esa izquierda y sus personeros hoy gobernantes no dejaban margen a ningún error, coartada ni pretexto en la mente de los grandes banqueros,  terratenientes, exportadores, personeros del CFR, sicarios Bilderberger, depredadores y contaminadores “a cielo abierto” y demás parroquianos del Quincho de Varela, porque esas luminarias de la democracia progresista que ellos ayudaron a llegar al poder, habían asesinado por la espalda, por encargo de potencias foráneas, a los mejores hombres de nuestra nación. Y porque trepados al gobierno gracias a esa misma cobardía cómplice de quienes --políticos y empresarios rapaces-- pudieron y debieron haberlo impedido, los progresistas no dieron el más leve indicio de haberse “recuperado para la democracia”, pues inmediatamente sumieron a nuestra sociedad en un nuevo y más aleve baño de  sangre: el infanticidio impune que ya en el primer mes de funcionamiento mató a 200 compatriotas.
Por eso hemos perdido la paciencia, y nos negamos a reencontrarla. La suerte del país está echada:  O régimen liberticida y antisocial legalizado, o el Pueblo que Anda y Arde en la Calle y presiente las pisadas de un peligro mortal.  La situación no da para falsas modestias.  La linterna de Diógenes por fin ha culminado su trabajosa búsqueda, y ese pueblo nuestro, el que aún trabaja, el condenado injustamente a soportar en breve la “dictadura del proletariado”, no tiene otra alternativa que la que le ofrece nuestro movimiento político --el BLOQUE CÍVICO UNIDAD NACIONALISTA.
El saber tradicional de nuestros paisanos dice que casi todos los animales rascan para dentro, y en la Zoopolítica de nuestros días la regla se cumple. Rechacemos con repugnancia a esos individuos y sus festines.  Lo nuestro es diferente y superior. Lo nuestro --lo que hemos atestiguado en toda nuestra existencia-- es la escuela de Artigas, de Francisco de los Santos, la lealtad de Ansina, el ejemplo de educadores como Alicia Goyena, que amaban y no corrompían a los alumnos; el sacrificio de los que ofrendaron su vida para defender a la Patria de la agresión marxista.
Elija a tiempo la burguesía de qué lado le conviene caer.

Coronel LUIS MARÍA AGOSTO BESSONART
Bloque Cívico UNIDAD NACIONALISTA
Documéntese y opine en nuestro blog: luisagostob.blogspot.com/
Para conocer la trayectoria del firmante, lea Milicos y Tupas, de Leonardo Haberkorn, ya en su 7ª. edición.
ONESIMO REDONDO. NACIÓ EN QUINTANILLA DE ARRIBA, VALLADOLID, EN FEBRERO DE 1905.  ASESINADO POR EL COMUNISMO EN LA COMARCA DE ALTO DEL LEON DURANTE LA CRUZADA ESPAÑOLA, DEJANDO UN EJEMPLO IMPERECEDERO DE VALOR PERSONAL AUNADO A UNA LÚCIDA DOCTRINA.