lunes, 20 de agosto de 2012

Otro logro progresista: cobarde persecusión alevosa contra los ancianos


En un país de viejos, hay 2000 casas de salud, pero sólo 93 cumplen todos los requisitos legales, es decir que de las no-legales corresponde sospechar que no contribuyen a la salud, sino al deterioro de la salud de las personas allí alojadas, ya que no se exponen a las inspecciones y verificaciones de las autoridades. En el último censo del 2011, 463.890 personas tienen más de 65 años (14,1% de la población), de las cuales 12.000 residían en algún centro de cuidados.
En Montevideo hay registradas 600 de esas entidades con fines de lucro, cifra que llega a más del doble si se suman las clandestinas, es decir ilegales, que no sería exagerado calificar como centros de tortura y explotación.
El vivir más es una bendición, pero en el Uruguay la óptica inmisericorde de un régimen intoxicado por su propia ideología materialista, se concibe como un problema demográfico, con lo cual se quiere encubrir que el problema de los ancianos invalidos es político, y lo crea la falta de una Política Demográfica constructiva, la cual jamás podrá esperarse de un régimen que combate el orden natural de la familia y actúa como en la trágicómica observación de Chesterton, que lo compara con un jardinero (el Estado) que riega las plantas con una manguera (gastando) mientras las protege del agua de lluvia (la acción natural de la familia) que hace innecesario y absurdo ese riego.
Los más modestos “hogares” (así se les llama) salen 7000 pesos, y los caros, residenciales de lujo, cobran 50.000 mensuales.  ¿Quiénes acceden a estos? Una nueva desigualdad  de clases de un régimen que supuestamente va a abolir las clases.
Las prestaciones en estos centros son de acuerdo a la cuota, lo cual clasifica a los adultos mayores por su nivel económico, contradiciendo las tradiciones más sanas de nuestro pueblo .
El Estado reconoce la existencia de un mercado negro, pero –asombrosamente-- la Justicia no actúa de oficio, como es su obligación legal, máxime considerando que muchos familiares de las víctimas no se atreven a denunciar para evitar represalias aún más graves contra los internados.
Existe una Organización Nacional de Jubilados y una Secretaría de Derechos Humanos que hizo diversas denuncias  contra residenciales en que se detectaron abusos. El número de infracciones debe ser muy superior al de denuncias, pues de cada 10 residenciales 3 o 4 son irregulares.  Tal como se hace con otros infractores correspondería que se publicaran en todos los medios de prensa las clausuras y sanciones a los transgresores, no sólo como disuasivo, sino para alertar a los familiares de potenciales víctimas.
Existe una Ley 17.066 de 1999 y su reglamentación, que crearon un régimen especial para todos los centros, que deben brindar; vivienda alimentación, y servicios relativos a la salud para adultos mayores, y registrarse en el MSP.
Las exigencias son muchas pero solo 93 “hogares” cuentan con habilitación en Montevideo y muchos estan bajo vigilancia porque no cumplen con el 100% de los requisitos, lo cual es en sí una infracción más, ésta del Estado, que tolera el funcionamiento –aunque fuera por un solo día— de abusos contra compatriotas inermes.  Cuesta creer que algún integrante de la casta política tolerara complaciente que quienes han atentado contra su integridad física y mental estando en estado de indefensión simplemente fuera “vigilado”, en lugar de erradicado deinitivamente del consorcio de las personas honestas y que para ganarse el sustento deba acudir a medios más compatibles con la sensibilidad humana.
El equipo de inspectores del sector ancianidad del MSP está integrado por 6 (seis) personas. La cifra no requiere más comentarios, particularmente en un régimen que se caracteriza por henchir hasta el borde de la explosión el elenco de servidores públicos.  Para la izquierda, la salud de los viejos no es un “cometido esencial”.
Un caso más en que los DDHH en el País Progresista, fiel al liberalismo agnóstico que lo engedró, viven la vida ficticia de los códigos, sin reflejarse en lo más mínimo en la realidad.
Personal escaso, falta presupuesto y especialización en lo público y en lo privado, pues el equipo debería estar integrado por geriatras, trabajadores sociales y psicólogos.
Sólo se clausura alguno de estos centros cuando se llega a situaciones extremas.  ¿Cuántas de ellas se enmascaran en estadísticas complacientes, pintándolas como resultado natural de la decadencia física que trae la edad, y no como lo que es: fruto de la soledad, el desamparo y cosas peores que suceden en esas empresas “vigiladas”.
El Instituto Nacional del Adulto Mayor del MIDES (creado por Ley 18.617) señala que su objeto fue crear politicas de reinserción social del adulto mayor. Conmovedores propósitos si no fuera que se innova, añade y superpone caóticamente –para seguir inflando la plantilla de “compañeros”—agencias públicas ya existentes, como el Programa del Adulto Mayor del MSP. Y si alguna se toma en serio su responsabilidad, como el Programa del Adulto Mayor del Ministerio del Interior, pues simplemente se lo desmantela.
En Uruguay existen dos negocios que abren y cierran: los restaurants y las casas llamadas de salud.
A nivel público solo existe el Hospital Geriátrico Piñeyro del Campo,que ademas es residencial, con capacidad para 300 personas.
Pero la base del sistema de cuidados de la tercera edad, son las residenciales privadas  con fines de lucro, sean regulares o clandestinas.
Note el lector que el régimen ataca a la vida humana en los dos extremos etarios, promoviendo su destrucción en el vientre materno y además acelerando --es decir promoviendo-- su extinción en el tramo final de la vida.
Pero además a través de una política antifamilista directamente emanada de la ideología que profesa y proclama  un régimen que abreva públicamente en el siniestro libro de Federico Engels “Origen de la familia, la Propiedad Privada y el Estado”, una de las piezas literarias más vomitivas que ha producido la decadencia humana.
Salario familiar justo, pleno empleo, extirpación de la usura y la inmoralidad pública, fomento del matrimonio y la natalidad: sencilla y natural fórmula que –si tuviéramos un régimen amigo del pueblo y con amor a la patria --y no su antítesis actual--  haría que el caso de los ancianos que fueran arrojados a casas “de salud” fuera una excepción y una no cada vez más una regla con connotaciones a menudo dantescas que nos deshonran como Nación.
 
Coronel Luis María Agosto Bessonart
Secretario General - Orientador Ideológico
Bloque Cívico UNIDAD NACIONALISTA

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