domingo, 8 de enero de 2012

Respuesta a Jorge Bonica

Señor Director de EL BOCON
Don Jorge Bonica 
De mi consideración: 
Ejerzo el derecho de respuesta ante el artículo publicado en EL BOCON el 5 de los corrientes, pág. 18, titulado “La inmoralidad de los verdugos fascistas”, que versa sobre mi persona. El autor se aparta de la verdad, se propone menoscabar mi personalidad moral y profesional y exponerme al odio y al desprecio público, me imputa falazmente y sin atisbos de fundamentos graves delitos --y entorpece así la labor de la administración de justicia--, me atribuye idearios político-sociales internacionalistas contrarios a los que públicamente profeso, y a través de una inexcusable tentativa de engaño a la opinión pública, atenta contra mis derechos fundamentales, con particular énfasis del perpetrador en el desconocimiento del art. 36 de la Constitución. 
El texto, firmado “Gabriel Carvajales” (¿seudónimo?) me prodiga calificativos tales como “responsable de delitos de lesa humanidad”, “verdugo”, copartícipe en “la tarea de aterrorizar nuevamente al pueblo”, “torturador”, “escribiente cibernético del falangismo fascista”, “militante de Lacalle, Larrañaga y Pedro Bordaberry”, y múltiples otras efusiones que por su consciente falacia son la antítesis de los fundamentos de la libertad de comunicación del pensamiento. Libertad que sólo un extravío alimentado por el odio político puede concebir como medio válido de desinformar a la población, porque sabe que si a nuestros compatriotas se le exponen hechos reales y se respetan sus facultades racionales y su derecho a estar libre de engaños, les infligirán la aplastante derrota política que con toda justicia merecen y que inexorablemente les espera. 
Aunque bastaría como refutación atenernos al principio de que la carga de la prueba recae sobre el que aduce los hechos –y el artículo de marras es una colección de insultos ayuna de pruebas— permítame el Sr. Director destacar unos pocos elementos que ayudarán al lector a medir el menosprecio de la opinión pública en que incurre el autor. 
No sólo no soy “militante” de la vertiente política del Sr. Pedro Bordaberry, sino que soy y he sido siempre dirigente del Partido Nacional, sin que ningún acto, expresión o indicio pueda enrostrárseme de ambigüedad o ambivalencia en la defensa de la causa nacionalista y por lo tanto de rivalidad con las demás colectividades políticas. Dentro de mi partido, es tan groseramente falso atribuirme “militancia” a favor del Dr. Lacalle, que como fundador y líder de la agrupación “Unidad Nacional” he comparecido por escrito reiteradamente ante el Directorio de mi partido para exigir la restitución de la denominación y emblema de dicha agrupación, usurpados precisamente por el sector Lacalle-Gallinal, que los aprovechan ilegítimamente. En cuanto al Dr. Larrañaga, si bien no cooperó directamente con esa “expropiación”, merece el reproche de su omisión, como miembro del Directorio, ante el formal reclamo referido, y mal puedo “militar” en su sector. 
La referencia a la supuesta identidad “fascista” del suscripto es una muestra de la caída en picada de la educación uruguaya, puesto que el Sr. Carvajal (si tal es su nombre) evidentemente ignora que mi filiación republicana es la antítesis de la tesitura monárquica del difunto Duce, que éste sólo intentó rectificar tardíamente en Saló, en la etapa postrera que Bruno Spampanato denominó “el último Mussolini”. También debería conocer el autor del libelo –¿o es que lo conoce y calla?-- mi inflexible militancia contra todo imperialismo: años ha condené el imperialismo fascista en la pequeña Albania, y rechazando la llamada “doctrina Rodríguez Larreta” de intervención multilateral, promovida por el antiguo partido nacional independiente, he sostenido que son los propios pueblos –y no interesadas potencias coloniales-- quienes deben desalojar a sus tiranos vernáculos, aunque estos sean tan oprobiosos como el esclavista Haile Sellasie. Claro está que mis principios en la materia nunca estuvieron enturbiados por el interés sectario, ni intoxicados de ideologías, por lo cual también he rechazado –por ejemplo-- el colonialismo castrista en África, o los crímenes del terrorismo “no-de-Estado” que Castro y su embajador local confesaron públicamente haber prohijado y dirigido en nuestra región del mundo para someter al Uruguay y otras naciones al neozarismo soviético. ¿Es esa coherencia de mi ideario la que exaspera al Sr. Carvajales (si tal es su apelativo)? 
Ignorancia supina e inevitablemente risueña es también la imputación de “falangismo fascista”. Se me acusa de algo que no existe. Curando –si posible fuera-- el déficit sociopolítico del autor del artículo, lo denuncio por escribir de cosas de las que desconoce hasta los rudimentos, como que el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, describe en sus obras al Estado Corporativo italiano como un“buñuelo relleno de viento”, e insiste en su rechazo del sistema totalitario, porque reivindica a la persona humana “dotada de un alma inmortal” ante la cual, por ello mismo, las prerrogativas del Estado, también legítimas, deben encontrar límites infranqueables, cosa que Mussolini, por insuficiente formación religiosa, no tuvo clara. Cierro esta generosa respuesta a un libelo que mis allegados me insistían en que no debía molestarme en contestar, pero no sin antes notar con pesar que en él se incurre en una pequeña mezquindad que se da mucho más en las clases económicamente dominantes que en esa población trabajadora que suda bajo “el dril de las blusas del taller” y en“los campos dorados por la mies” que menta nuestra Marcha de Tres Árboles. Esos honorables compatriotas, que los privilegiados de la fortuna vueltos guerrilleros denominaban “el cascarriaje”,nunca descendían al subsuelo ético al que llega el autor. 
Me refiero a aquellos que como él, exasperados ante el éxito editorial sin precedentes de un libro –MILICOS Y TUPAS—que combina la pluma de un diestro periodista con las verdades de a puño de este Soldado Artiguista-- se refugian en el triste recurso, hijo de su perpetua frustración, de “denunciar” que el Coronel Agosto promueve una solución de bien público al ingente problema de la basura, que ningún gobierno ha sabido resolver. ¡Y hasta se atreve a pretender un ingreso justo por su trabajo! “Echémosle una carrada de infundios para que nadie preste atención a su iniciativa de salubridad pública”. 
Imposible que esta pequeñez no evoque los ácidos versos de un grande de la poesía rioplatense, Leopoldo Lugones, cuya es esta autopsia de esos espíritus apocados: “La basura que se barre / No deja de ser basura / Y aunque por los aires suba / Basura será en el aire”.
Agradezco al Sr. Director la publicación de la respuesta que antecede.
Coronel (r) Luis María Agosto Bessonart 
Agrupación UNIDAD NACIONALISTA - Partido Nacional
Secretario General y Orientador
C.I. Nº 1.064.485-4
Teléfonos: 2708-10-72 y 097018417
E-mail:agostobessonart@gmail.com

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