lunes, 25 de junio de 2012

Desintegración programada de la educación

Desde la cima de un poder antinacional

En un  país envejecido por una política que no inculca a la familista  de larga data, 3 de cada 10 jovenes no trabajan, no estudian ni tienen interés ni  alicientes para hacerlo y convertirse en seres útiles para sí mismos y para la comunidad . El 44 %  de ellos carecen de las destrezas mínimas para insertarse en la fuerza de trabajo obtener empleo.
Aunque, como expresamos, la desintegración programada de la familia no es cosa reciente, con los gobiernos de izquierda ha llegado al paroxismo, y no hay un día en que las mentes descolocadas de quienes mandan no pergeñen nuevos artificios para descomponer la sociedad hiriéndola en sus pilares fundamentales: familia, trabajo, honestidad, libertad responsable, solidaridad con el prójimo, ahorro, salud de cuerpo y espíritu…  Julio Meinvielle describió este descalabro como “sedición institucionalizada”. El ejemplo de arriba es que es mejor depender que emprender; ser empleado público que empresario, y que nada hay de malo en no estudiar ni trabajar.
Y para colmo se estigmatiza a los jóvenes. ¿Cómo pueden razonar personas cuyos padres y quizás cuyos abuelos han vivido de la ayuda social dada por los gobiernos, en un entorno de  violencia sexual, degradación física y psiquica, situaciones de esclavitud y dependencia?  ¿Por qué no hay una sola medida real de estímulo y apoyo a las instituciones de enseñanza altruistas que en las zonas más pobres e injustamente estigmatizadas de la Capital obtienen los más altos coeficientes de rendimiento escolar, al punto que no dan abasto para recibir a los alumnos cuyos padres quieren para ellos, en un entorno de respeto, disciplina y afecto, respetados como personas, que puedan superarse?  ¿A nadie, en las altas esferas, se le ocurre que en la actitud de esos progenitores está la prueba tangible de que sus hijos no son “víctimas de la sociedad”, como perversamente se insiste, sino “víctimas de los gobernantes”?
¿Cuáles seran las consecuencias de la expansión de un sector poblacional anulado por el analfabetismo, la drogadiccion, la violencia estructural, la dependencia de planes sociales  sin ninguna contrapartida. De un entorno en que un niño logra sortear Primaria por el antisocial “Pase Social” pasando al Liceo sin saber leer ni escribir.
En estos 7 años de gobierno de la izquierda ningún esfuerzo ha habido por promover el desarrollo integral de las personas.
No han reconocido el hecho elemental de que el trabajo es la mejor política social. La que dignifica a las personas, en lugar de someterlas dócilmente al poder.
En aras de la solidaridad y equidad social, con Olesker como abanderado, con fines asistencialistas y clientelistas, subsidian con dineros arrancados a los contribuyentes a 850.000 personas y se niegan a sacar los jóvenes, así desmotivados de la marginalidad, la delincuencia y las adicciones.
Sólo les ha importado perpetuarse en el poder comprando el voto a través de distintos subsidios con transferencias monetaria, que según  un jerarca del MIDES  “han venido para quedarse”
Simulan no entender que los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana.
En este contexto los jovénes que se crían en lo que yo llamaría “miseria garantizada” tienen limitado su acceso al desarrollo psicosocial, intelectual y motriz, porque no sólo no se les educa sino que se los amaestra, y porque a quienes inculpablemente se enferman en esa atmósfera insana, el buque insignia del Dr. Vázquez, “La  Reforma de la Salud”,  ni siquiera les brinda cuidados paliativos. Fracaso en educación más fracaso en salud.
Y aquí la autocrítica:  ¿De veras han fracasado las políticas del régimen?  ¿O es que sus fines reales no son los proclamados?  ¿Será quizá que su meta real es la descomposición social que inhiba la capacidad de justa, licita y legítima reacción, y hasta la  integridad racional, de un pueblo al que se quiere sometido?

Cnel.(r) Luis María Agosto Bessonart
Secretario General – Orientador Ideológico
Bloque Cívico UNIDAD NACIONALISTA

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